Instalación Ford River Rouge, Dearborn, Michigan. Libreria del Congreso de lo Estados Unidos de America |
La estructura fordista ha modelizado nuestra sociedad, y aún más la representació que tenemos de ella, la idea que nos ha dado alguna forma de bienestar deseable, pavimentos lúcidos, la antena en el balcón en lugar del water, la calefacción centralizada, el coche de cilindrada media con el que colmar lugares elegidos arbitrariamente el sábado por la tarde para después llevarla al desguace con los incentivos ecologistas tras cinco años de vida, no sea que sin apoyos desaparezca este modelo del que dependemos desesperadamente, porque todo el resto es precariedad, descomposición, establecimientos semi-periféricos abandonados con los cristales rotos ocupados por inmigrantes clandestinos, hombres divorciados y refugiados políticos.
Esta estructuración de la vida en compartimentos estancos puede haber alargado la expectativa de vida pero nunca ha dado respuestas a algo que se parezca a exigencias profundas. Mitad de la vida productivo, un cuarto cuidado por los padres, un cuarto por los hijos. Escuelas no como centros de cultura y sociabilidad, sino como aparcamientos. Otros aparcamientos de 50 metros cuadrados con heptagenarios dentro, que si no está la señora rumana o filipina ven solo Rai 1 porque nadie ha cnsiderado significativo explicarles cómo cambiar canal, las transiciones tecnológicas no son para ellos, que salen sólo para volver con bolsas dentro de bolsas. El día dividido en tres partes: ocho horas para dormir, ocho horas para trabajar y ocho para cuidarse a sí mismo. Que después, de estas últimas, dos transcurren en un medio de locomoción individual debido a una crisis antropológico-urbanística, dos procurándose y engullendo comida con suficiente valor nutricional pero ningún valor social o relacional, dos delante del televisor por una crisis que no es otra cosa que cultural... ¿qué queda? ¿La semana en Benidorm durante el puente de Nuestra Señora?
Atasco durante la hora punta, en Shanghai Fuente: Reuters |
¿Y si no...?
Quizá la única cosa que mi padre ha intentado enseñarme, encarnando también esta idea con su actividad laborativa, es que no se vive para trabajar sino que se trabaja para vivir. No estoy completamente seguro de haber entendido, en este contexto, qué significa vivir, pero .... Soy suficientemente inteligente para que me resulte imposible identificar mis aspiraciones con las de una empresa hipotética con ánimo de lucro, los propietarios y/o los accionistas para la que me encontrase trabajando un día. He vivido demasiadas relaciones personales auténticas y gratuitas, y he visto demasiadas personas dedicarse sincera y arduamente al bien común, para poder percibirme como gerente de mí mismo con el objetivo de cualificarme y adquirir poder económico y contractual en el "mercado laboral". Amontonar dinero para sostener un estilo de vida del que no siento necesidad es discretamente poco interesante como perspectiva. Quizás el amor por otra persona podría servir para percibir todo el resto como mera supervivencia pero por ahora creo que no.
Normalmente cada discurso que escucho sobre el tema trabajo me torna alicaído, oprime mi personalidad comprimiéndola en un ángulo remoto mientras retóricas inconclusivas y exigencias minimalistas colisionan delante de mí sin éxito, como si fuera posible afrontar la cuestión sin preguntarse sobre qué está fundada esa sociedad que nos gustaría que lo exigiera y garantizara a todos.
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